caminabas en voz baja
y molías café apretando el molino contra el pecho
entonces se aromaba el silencio
y latía pacífico el reloj de la sala
era tan baja la ciudad que los sauces
se agitaban contentos a lo lejos
y las puestas de sol pintaban de rojo la casa
ay, hernana, aquel humo tostado borró
nuestra voz familiar
nuestros gestos
tanta ropa guardada para un día de fiesta
tanto anhelo de paz
afuera la huerta
y el viento
y los grillos
y a ratos un tren
nada más
Roberto Esmoris Lara
Septiembre/ Mar del Tuyú/ Buenos Aires
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